domingo, 17 de enero de 2016

Plan de Manuel Gutiérrez para la expansión de la ciudad (1853)

En 1853, Manuel Gutiérrez, Arquitecto Fontanero Municipal, planteó las directrices generales que, a su juicio, debían regir el crecimiento futuro de la ciudad, que en aquel momento se encontraba en pleno auge comercial gracias al tráfico de harinas y ya empezaba a extenderse hacia nuevas áreas. Comenzaban a realizarse por entonces los rellenos masivos de la bahía hacia el suroeste, donde habría de levantarse el Ensanche de Maliaño, actual barrio de Castilla-Hermida.

El Arquitecto Municipal presenta un desarrollo enfocado principalmente hacia el oeste de lo que era entonces Santander (fundamentalmente el casco histórico y el primer ensanche hacia el este), además de apuntar ya hacia las nuevas zonas de relleno sobre la Bahía al sur. Para vertebrar la ampliación de la ciudad hacia el oeste propone dos grandes avenidas centrales (1, véase el plano al final del texto): una, que ya estaba mayormente trazada y así ha llegado hasta ahora, prolongación de Atarazanas hasta Cuatro Caminos (por Becedo y las alamedas). Otra, paralela a ésta, desde la Plaza de los Remedios también hacia el oeste. Las dos avenidas se unirían entre sí en tres puntos, creando tres grandes plazas (2) (entre la Esperanza y Becedo, eliminando el Convento de San Francisco; al final del tinglado de cordelería, por la zona de Numancia; y a la altura del espacio semicircular que había junto a la Alameda, más o menos por Perines). Desde estas tres plazas subirían tres ejes menores (3), en zigzag, hasta el Paseo del Alta (actual Paseo del General Dávila).

Plantea también una circunvalación a media ladera (4) (con vistas sobre toda la ciudad y la bahía, dice) desde Molnedo hasta Cuatro Caminos, bajando luego por la loma de la Calle Alta hacia el sureste hasta alcanzar la nueva población que habría de edificarse sobre los terrenos de relleno. Esta circunvalación debería marcar aproximadamente el límite de expansión de la ciudad. En Molnedo, además, habla de construir una iglesia sobre el terreno del antiguo fuerte (donde ahora se encuentra el Colegio Público Menéndez Pelayo) tomando como modelo el Panteón de Roma.

Para conectar la ciudad con la nueva expansión al sur, sobre el relleno de la Bahía, habla de tres pasos: uno por el Muelle de las Naos, que ya existía y pretendía ampliar (5); otro a través de un túnel desde la zona de Becedo por debajo del cerro de Somorrostro (6) (más o menos el Pasaje de Peña actual); y otro por medio de una trinchera abierta desde la zona de Numancia (7), sobre la que pasaría la Calle Alta por un viaducto (también plantea la posibilidad de que sólo el comienzo y final sea trinchera y se deje la zona central como túnel). Desde las bocas tanto de la trinchera como del túnel subirían varias rampas (dos desde cada boca, ocho en total) para abrir la Calle Alta tanto hacia el norte como hacia el sur.

Y la guinda del pastel: no sólo se opone al relleno de la Dársena Chica y la Grande (en ese tiempo ya se proyectaban ambas actuaciones y estaba cercana la realización de la primera), sino que además propone que parta de allí un canal (8) que, subiendo por la nueva Avenida de Atarazanas, pase luego por la trinchera hacia el sur hasta desembocar de nuevo en la Bahía junto a la nueva población. Toma como modelo Rotterdam, dice.

La realidad fue después muy distinta. La inmensa mayoría de las líneas propuestas por Manuel Gutiérrez fueron desoídas, dando lugar a una ciudad muy distinta de la imaginada por él.

Algo así era su propuesta:


Fuente: Madariaga de la Campa, B. La vida en Santander a mediados del siglo XIX; con un informe del arquitecto Manuel Gutiérrez sobre el proyecto de reforma y ampliación de la ciudad. Tantín, Santander, 1984.

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